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lunes, 9 de julio de 2012

Un cuento de cuna para Giordani (y II)

HÉCTOR SILVA MICHELENA - Tal Cual

Poco después, al chamán se le ocurrió otra idea.

Dijo: "¿Imaginan cuánto más rica podría ser nuestra aldea si nuestros comerciantes no tuvieran que gastar tantos días en atravesar el bosque? Imaginen cuánto aumentaría el comercio si hubiera una carretera regular a través del bosque".

"¿Pero cómo?", preguntaron los aldeanos. "Muy simple", respondió el chamán. "El Consejo de Estado debería organizar brigadas para deforestar el bosque y abrir una ruta".

Al poco tiempo, la aldea fue conectada con las otras aldeas mediante una vía pavimentada que redujo el tiempo y los costos de transporte. El comercio creció y los pescadores se hicieron aun más ricos, y no dejaron de compartir su riqueza con otros aldeanos durante las fiestas.

Pasado un tiempo, las cosas se amargaron. La ruta dio fácil acceso al lago a los aldeanos del otro lado del bosque, lo que les permitió ir a pescar, lo que hicieron en tropel. Puesto que ni el consejo ni la cooperativa podían poner restricciones a los extranjeros, el acervo de peces comenzó a bajar rápidamente de nuevo. La nueva competencia redujo también las ganancias de los pescadores locales.

"¿Cómo podremos competir efectivamente con los extranjeros, que no están sujetos a pagos similares en las fiestas?", preguntaron desesperados. Algunos pescadores locales adquirieron el hábito de ausentarse de la aldea durante los días de fiesta, ya que la carretera lo facilitaba, y evadieron sus contribuciones. Esto enfureció al resto de los aldeanos.

Era el momento de volver al chamán. La aldea realizó una larga y ruidosa reunión en la cual cada parte defendió con pasión su punto de vista. Todos acordaron que la situación era insostenible, pero las soluciones propuestas variaban. Los pescadores querían un cambio en las reglas que bajase sus pagos a las fiestas mensuales. Otros querían poner fin al comercio de pescado con el extranjero. Algunos llegaron a pedir que se bloqueara la ruta con grandes rocas de modo que nadie pudiese entrar o salir de la aldea.

El chamán oyó los argumentos. "Sean razonables y lleguen a un acuerdo", les dijo después de pensarlo un poco.

"Esto sugiero: el consejo de ancianos debería poner un peaje para acceder a la ruta, y todo el que entra o sale pagaría una tarifa". Los pescadores objetaron: "Eso encarece el comercio". El chamán replicó: "Ciertamente, pero también frenaría la pesca excesiva y cesarían las evasiones de las contribuciones a las fiestas. Tampoco se interrumpiría el comercio", agregó el chamán, señalando con su cabeza a los aldeanos que querían bloquear la ruta.

Todos los aldeanos admitieron que esta sería una solución razonable. Salieron satisfechos de la reunión.

En la aldea, se restableció la armonía.

Y todos vivieron felices por siempre después.

Cuento tomado del último libro de Dani Rodrik, The Globalization Paradox, ¿podrá el gabinete económico sacar la moraleja?

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