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miércoles, 29 de julio de 2015

La desventura china con la deuda venezolana

Tal Cual
29-07-2015
MARIO SZICHMAN/ Nueva York/ Especial para Tal Cual


Si los chinos fuesen japoneses ya se hubieran hecho el harakiri con los chavistas. Uno de los principales bancos de China empieza a descubrir los peligros de prestarle al gobierno de Maduro

El chiste es conocido pero vale la pena repetirlo. Un señor no puede dormir pues tiene una enorme deuda con su vecino, que vive frente a su casa. Entonces la esposa del deudor decide tomar el toro por las astas. Abre las ventanas de su vivienda, y le grita al acreedor: “Vecino, vecino, mi esposo no piensa pagarle un céntimo de la deuda”, y cierra las ventanas. Luego le informa a su marido: “Ahora será él quien no podrá pegar los ojos”.

Mientras el presidente Nicolás Maduro duerme como un bendito, los acreedores del estado venezolano no pueden pegar los ojos intentando descubrir métodos a fin de recuperar los assets prestados a ese enorme glotón cuya filosofía de la vida consiste en creer que los bolsillos de los prestamistas le pertenecen.

El último acreedor cuyos ojos relumbran como faroles en las horas asignadas al sueño, es Hu Huaibang, el presidente del Banco de Desarrollo de China. Según The Wall Street Journal, la institución bancaria le ha prestado al gobierno chavista unos 37.000 millones de dólares desde el 2008.

Tanto el presidente Hugo Chávez, como su reemplazante, se beneficiaron de los préstamos. Ofrecieron como contraprestación crudo en barriles, lo único que produce uno de los países más dependientes del mundo.

La táctica del BDCH parece sabia. China no es un país petrolero; la única manera de asegurar recursos energéticos para su economía en expansión es prestar dinero a empresas y gobiernos de naciones capaces de ofrecer crudo en abundancia. Pero en Venezuela, según dijo el periódico, “the strategy gone awry,” la estrategia ha fracasado. El gobierno chavista no tiene dinero suficiente para cancelar todas sus deudas, y el BDCH ha caído en la volteada.

Para evitar problemas y hacer creer que todo anda bien, las autoridades del banco han adoptado una serie de medidas, entre ellas ampliar el plazo de fecha de vencimiento de los préstamos, permitir al gobierno de Caracas enviar menos petróleo que el prometido, y, lo más importante, aportar bolívares en lugar de divisas fuertes a un fondo de desarrollo creado por ambas naciones con la intención de financiar proyectos en Venezuela.

Ahora bien ¿qué harán los banqueros chinos con esos bolívares? Nadie se anima a mancillar la imagen del Libertador. Está bien, esos billetes pueden ser transformados en pulpa a fin de procesar papel. Pero las ganancias serán irrisorias.

Según los expertos, la moneda fuerte venezolana es ahora tan débil, que nadie la falsifica pues iría a la bancarrota. De acuerdo a The Economist, en julio el bolívar cruzó “un melancólico hito: su valor en el mercado negro es ahora la centésima parte de lo que se cotiza en la tasa de cambios oficial. El gobierno insiste en que un dólar vale 6,3 bolívares, pero una persona debe gastar 630 bolívares para comprar un dólar de alguien que lo desee vender”.

Otro dato de The Economist: la furiosa impresión de bolívares por parte del Banco Central de Venezuela ha acelerado el colapso de la moneda venezolana. “Vale ahora una milésima de lo que se cotizaba en 1999, cuando llegó al poder el último autócrata de Venezuela, Hugo Chávez”. Y aunque no queremos revolver el dedo en la herida, un último dato de la revista londinense: “El país se halla al borde de la hiperinflación. La mayoría de los economistas consideran que la tasa de inflación es ya de un 120 por ciento anual, aunque eso es una conjetura.

La institución bancaria “ha cesado de publicar datos de precios, por lo que nadie está seguro. Algunos esperan que (la inflación) llegue al 200 por ciento anual para fines de 2015”.

Nadie duda que las autoridades chinas leen con más asiduidad The Economist y The Wall Street Journal que El Correo del Orinoco. Por lo tanto, deben saber lo que ocurre en Venezuela. Expresiones como “Implosión financiera” o “Explosión social” parecen siempre aludir al futuro que acecha a la tierra del sol amada. Pero poco pueden hacer. Como resultado, dijo The Wall Street Journal, “en tanto otros inversionistas huyen de una inflación de tres dígitos y de disturbios, Venezuela se ha convertido en (un país) más dependiente del BDCH”.

Margaret Myers, del comité asesor de El Diálogo Interamericano, con sede en Washington, dijo que causa sorpresa que China siga prestando a Venezuela “tomando en cuenta que la situación se hace cada vez más precaria”. Pero se trata de ese tipo de escenarios donde la cola mueve al perro. Al gobierno de Beijing le interesa mucho su vínculo con Venezuela, que pese al desmadre causado por el chavismo, todavía conserva las reservas de crudo más grandes del mundo. Por lo tanto, debe mantener sus compromisos, y una cabeza de playa en una de las regiones más interesantes del mundo.

De todas maneras, la tensión entre los gobiernos de China y Venezuela es innegable. Un ejemplo: en enero de este año, el gobierno de Maduro anunció que China se había comprometido a entregar 20.000 millones de dólares en nuevas inversiones destinadas a infraestructura y vivienda. Esas inversiones serían canalizadas, en su mayor parte, por el BDCH.

The Wall Street Journal dijo que “ni el banco ni funcionarios del gobierno chino confirmaron la transacción”, y el BDCH “no respondió a solicitudes para que formulara comentarios”. Pero, si las autoridades caraqueñas dijeron que los chinos entregarán otros 20.000 millones de dólares a ese barril sin fondo que es el gobierno venezolano, hay que creerles. Después de todo ¿qué ganan con mentir?
Nadie vaticina que el BDCH vaya a la quiebra por haber apostado al chavismo. Se trata de uno de los 15 bancos más grandes del mundo, con un portafolio de 1,7 billones de dólares. A fines del 2014, sus préstamos internacionales alcanzaron los 267.000 millones de dólares, según un informe de S&P Capital IQ.

Además de Venezuela, el banco ha hecho préstamos a Rusia, Turkmenistán, Ecuador y Brasil, y casi siempre, en tareas vinculadas con la adquisición de petróleo o en el sector de la energía.

El gobierno de Venezuela necesita más al de Beijing, que viceversa. Se estima que Petróleos de Venezuela satisface apenas entre un 4 y un 5 por ciento del crudo que requiere China. Además, Pdvsa, como toda empresa administrada por el chavismo, está en la lona. En el 2013, dijo The Wall Street Journal, la empresa petrolera exportó 550.000 barriles diarios de crudo a través del Pacífico, en buena parte a China. En abril de 2015, según información de las autoridades aduaneras chinas, el país importó apenas 296.000 barriles diarios de Venezuela, un 11 por ciento menos que en el 2014.

Eso aumenta aún más el déficit fiscal, tomando en cuenta que el petróleo se cotiza ahora a menos de 50 dólares el barril, cuando en junio del año pasado oscilaba entre los 90 y los 100 dólares el barril.

Obviamente, el BDCH es un banco estatal, y por lo tanto, no necesita huir despavorido de Venezuela. Razones políticas aconsejan esperar antes de emprender la desbandada. Pero sus autoridades, entre ellas Hu Huaibang, su presidente, pasan las noches en vela. Además, algo está cambiando en sus prioridades.

En abril, el gobierno chino informó al BDCH y otras instituciones financieras que deben cambiar su estrategia y concentrarse en financiar las prioridades internas. El año pasado, el BDCH recibió alrededor de 162.000 millones de dólares del Banco Central para financiar viviendas de bajo costo destinadas a la población china.

Y en el campo internacional, tras experiencias como las de Venezuela, el banco ha decidido enfilar hacia el campo de las inversiones multilaterales. Uno de sus proyectos más ambiciosos es el Banco Asiático de Inversión en Infraestructura.

Se estima que empresas en más de 40 países aportarán fondos a la institución. Eso garantiza cierta independencia, pues los inversionistas no acatarán ciegamente las órdenes del gobierno de Beijing. Por otra parte, el banco piensa pasar en el mediano plazo del sector de energía al de la construcción y la producción de bienes de capital.

Entre tanto la señora Downs, del Diálogo Interamericano, dijo que ese cambio de táctica en el BDCH es muy significativo. Tal vez las autoridades del banco sufren “del remordimiento del prestamista” por confiar en gobiernos que, como el de Venezuela, muestran una excesiva falta de seriedad y ha decidido apostar a inversionistas confiables.

@mszichman
http://marioszichman.blogspot.com/

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