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jueves, 30 de julio de 2015

El drama de Pdvsa: tras raspar el fondo de la olla, se roban las ollas de sus instalaciones

Tal Cual
30-07-2015
MARIO SZICHMAN/ Nueva York/ Especial para TalCual


Mientras Reuters dice que piratas y atracadores están desmantelando parte de la infraestructura de la empresa estatal, la embajada venezolana en Londres denuncia que la agencia noticiosa británica participa en una campaña de difamación contra la compañía

En primer lugar, divulgaremos la respuesta de la embajada de Venezuela en Londres a la agencia noticiosa Reuters tras un artículo donde se mencionaba el robo de equipos a Petróleos de Venezuela por parte de “piratas”.

De acuerdo a Reuters, grupos de atracadores han desmantelado parte de la infraestructura de la empresa estatal. La sede diplomática de Venezuela en el Reino Unido dijo que se trataba de una “smear campaign”, una campaña de difamación contra PDVSA.

El artículo de Reuters tuvo gran difusión luego que The New York Times lo publicó de manera destacada el pasado 25 de junio. La misión venezolana en Londres desmenuzó el artículo intentando demostrar que se basaba en “inaccuracies,” errores, inexactitudes, desaciertos.

Según el comunicado de la embajada, se intentó atacar a la industria petrolera venezolana “sin argumentos”. Al mismo tiempo, la misión venezolana acusó a Reuters de “contradecir” los principios de su propio manual de periodismo, entre cuyos principios figura garantizar información “equilibrada e imparcial, así como la ausencia de puntos de vista personales” cuando se trata de divulgar una noticia.

De ahí que el redactor del comunicado de la embajada se sorprendiera que “de las 18 fuentes citadas en el artículo, 12 fuesen anónimas, y de las seis restantes, dos pertenecen abiertamente a la oposición política, otra corresponde a la Agencia de Energía de Estados Unidos y otra a un sospechoso miembro de las fuerzas armadas, que es citado con dos diferentes apellidos”.

El argumento central del artículo, “es que el desempeño y la productividad de la industria petrolera venezolana estaría siendo afectada por una ola de criminalidad”, dijo el comunicado. ¿Y en qué se basó Reuters para esa afirmación? En lugar de ofrecer “información verificable”, “concatenó historias narrativas de fuentes anónimas, a fin de dar la apariencia de una investigación periodística”.

De acuerdo al comunicado, además de no respaldar el artículo con fuentes confiables ¿querrá decir fuentes oficiales? Reuters alegó que las evidencias sobre un incremento en las actividades delictivas en PDVSA “era en su mayor parte anecdótica, debido a la falta de datos y casos expuestos al público”. Las fuentes habrían querido mantener el anonimato, afirmó la agencia noticiosa, por temor a “criminales y a un clima de impunidad”.

El comunicado de la embajada cuestionó que Reuters usase “argumentos genéricos y sensacionalistas” que pretende hacer pasar por “periodismo riguroso”. En cambio, la agencia noticiosa subestimó “los esfuerzos de las autoridades de PDVSA para aumentar la seguridad en las instalaciones de la industria”, además de aludir de manera “superficial a la situación de la industria en otros países productores de petróleo”.

Finalmente, la embajada solicitó a Reuters que corrigiera “los defectos” de la información, “en nombre del respeto debido a los valores profesionales del periodismo, y a la verdad y realidad de Venezuela”.

Realmente, la sede diplomática venezolana dio una excelente lección de periodismo a Reuters. Y si el comunicado emanara de los representantes de algún gobierno serio, merecería ser estudiado en las escuelas de periodismo de todo el mundo.

Pero a veces, las mejores intenciones chocan con una realidad que las desbarata totalmente. No siempre los periodistas tienen acceso a fuentes oficiales. A veces, ni siquiera pueden ingresar a recintos oficiales porque sus personeros los consideran lacayos de la oposición. Pero en la mayoría de los casos, las fuentes oficiales en Venezuela exhiben la boca cerrada, que es la mejor manera de que no entren moscas.

Hace algunos meses, The Wall Street Journal publicó una investigación sobre el precario estado de los servicios de salud pública en Venezuela. El diario, posiblemente basándose en fuentes anónimas y escasamente fidedignas, dijo que en los hospitales faltaba de todo: “desde aspirinas hasta antibióticos, desde insulina hasta anestesia. Cualquier clase de equipos: máquinas de rayos equis, escáners de ultrasonido y desfibriladores están con frecuencia fuera de servicio debido a la falta de repuestos”.

El diario trató de contactar a fuentes oficiales, pero los administradores del hospital “no respondieron a solicitudes para que formularan comentarios”. Tampoco la entonces ministra de Salud, Nancy Pérez Sierra, “contestó a múltiples solicitudes para que comentara” sobre la crisis en el sistema hospitalario de Venezuela.

“Oficinas en el ministerio de Salud que se encargan del tratamiento de cáncer, la administración de hospitales públicos, (organismos) de atención a la salud en barriadas pobres, y (oficinas) que proporcionan información sobre datos vinculados a la salud, tampoco devolvieron llamadas o respondieron a correos electrónicos”.

Días después de ese reportaje, el presidente de Venezuela Nicolás Maduro informó que la ministra de Salud Pérez Sierra “Va a nuevas trincheras de lucha con toda su fuerza de chavista íntegra y auténtica”. (En su reemplazo, Maduro nombró a otro kamikaze, Henry Ventura).

Si los representantes de la embajada de Venezuela en el Reino Unido echan un vistazo a lo que ocurre en su patria, podrán descubrir que la epidemia de funcionarios públicos que están en el baño o han pedido parte de enfermos cada vez que un periodista necesita corroborar una información está más extendida que la chikungunya.

Por cierto, hablando de la chikungunya, el ministerio de Salud Pública cesó en noviembre del año pasado de divulgar su boletín semanal sobre epidemiología, “pese a que ocurrieron tres epidemias simultáneas causadas por mosquitos”, según dijo The Economist, posiblemente citando fuentes anónimas y escasamente confiables.

La publicación también dijo que en los últimos meses no se han divulgado datos sobre la balanza de pagos, la producción industrial o el Producto Bruto Interno. “A medida que se acerquen las elecciones legislativas en Venezuela”, indicó la revista, “los votantes se irán enterando cada vez menos de la situación del país”.

Esa sería una de las razones de que Reuters abandonó fuentes confiables como las del gobierno chavista y prefirió basarse en fuentes anónimas u opositoras, desvirtuando así “el respeto debido a los valores profesionales del periodismo, y a la verdad y realidad de Venezuela”, de acuerdo a lo señalado por la sede diplomática de la Revolución Bolivariana en Londres.

Hasta ahora Reuters no ha corregido “los defectos” de la información proporcionada en relación a los “piratas” que estarían desmantelando algunas instalaciones de PDVSA.

Es de presumir que sus directivos confían en sus periodistas. Y lo que dicen sus periodistas es muy interesante. Por ejemplo, que en la península de Paraguaná, frente a la isla de Aruba, habitantes de barriadas “en ocasiones ingresan en la refinería más grande de Venezuela para robar maquinaria, herramientas para la construcción, y cables, que venden como chatarra”.

O que en el estado de Monagas, “unos 26.000 barriles potenciales de petróleo se perdieron en marzo durante una clausura” de las operaciones, “luego que empleados de la empresa estatal y contratistas robaron cables de cobre y causaron derrame en un tanque”.
“Los atracos y robos en el sector han aumentado”, dijo la agencia noticiosa. La “escasez de repuestos o la posibilidad de ulteriores robos, obstaculizan el reemplazo de objetos sustraídos, obligando al funcionamiento parcial de algunos pozos”.

Un teniente de la Guardia Nacional, que la embajada venezolana en Londres calificó de “sospechoso”, dijo a Reuters que es imposible evitar la acción de los ladrones de chatarra. El teniente participa, o tal vez ya dejó de participar, en tareas de seguridad en la refinería de Amuay, posiblemente después de formular sus declaraciones a Reuters. Según dijo, el militar, en ocasiones entre 20 y 30 personas se meten al mismo tiempo en la refinería para robar.

La agencia sí pidió corroboración de esas denuncias tanto al Ministerio del Poder Popular de Petróleo y Minería de Venezuela como a PDVSA, pero esos entes “no respondieron a detalladas solicitudes de informaciones ulteriores”. Como nota al margen, hay cosas más importantes que preocupan al sector energético de Venezuela. En fecha reciente el gobernador del estado Barinas, Adán Chávez, destacó la trayectoria del Ministro de Petróleo y Minería, Asdrúbal Chávez, que por cierto es su hermano, como “uno de aquellos muchachos que llevaba el germen de la Revolución en la sangre en la mente y en el corazón”.

Las declaraciones fueron formuladas, “durante los actos conmemorativos celebrados en la ciudad natal del Gigante Eterno,”, esto es, Hugo Chávez, hermano de los otros dos, el 28 de julio de 2015. Así lo informó en su portal el Ministerio del Poder Popular de Petróleo y Minería de Venezuela.

El legislador Américo De Grazia, uno de los políticos opositores entrevistados por Reuters, y que actúa en la comisión de Energía y Petróleos de la Asamblea Nacional, dijo que las autoridades de PDVSA “han transformado a la industria petrolera en una tierra de nadie, donde ninguna persona puede imponer orden”. Además, los intentos de De Grazia por debatir la situación “han sido rechazados en el parlamento”.

Aunque la mayoría de los funcionarios de PDVSA meten la cabeza en el suelo, como el avestruz, algunos han hablado claro, confirmando las denuncias del diputado De Grazia, no la opinión de la embajada venezolana en Londres.

“Estamos tratando de aumentar la seguridad”, dijo a Reuters Eulogio Del Pino, presidente de PDVSA. La compañía anunció medidas “entre ellas el arresto de empleados por los robos en Monagas, y el emplazamiento del ejército para proteger las instalaciones en el estado, como demostración de que Venezuela toma con seriedad el crimen (en el sector) petrolero”.

Por supuesto, también PDVSA trata de mostrar que hay otros países donde el crimen en el sector de producción petrolera es todavía peor. Países como Nigeria y México han tenido problemas similares o peores a los de PDVSA. Además, Del Pino recordó que en Colombia la situación es más grave, pues “los guerrilleros suelen dinamitar con frecuencia” tramos de oleoductos.

Todo eso ha contribuido a que PDVSA produzca cada vez menos petróleo, que el mantenimiento deje mucho que desear, y que sus instalaciones sean cada vez más precarias.

En el 2013, dijo The Wall Street Journal, la empresa petrolera exportó 550.000 barriles diarios de crudo a través del Pacífico, en buena parte a China. En abril de 2015, según información de las autoridades aduaneras chinas, el país importó apenas 296.000 barriles diarios de Venezuela, un 11 por ciento menos que en el 2014.

En cuanto a la falta de mantenimiento, se han multiplicado los accidentes en el sector petrolero. El último ocurrió el 26 de agosto de 2012, cuando por lo menos 39 personas murieron y docenas fueron heridas al registrarse una filtración de gas en tanques de almacenamiento de la refinería de Amuay.

Si a eso se suma la acción de “piratas” en refinerías y depósitos, podrá verificarse que Venezuela se está convirtiendo en un país donde la única industria que prospera es la del saqueo. Tras raspar el fondo de la olla y vaciar las arcas del país, tarea asignada a la nomenclatura del régimen, viene la etapa de desmantelar lo que queda en pie y si es posible llevarse las ollas.

@mszichman
http://marioszichman.blogspot.com/

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