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domingo, 28 de septiembre de 2014

La fiebre de los encorvados pica y se extiende

Hospital Central de Maracay | Foto Raúl Romero

La chikungunya doblegó a poblaciones de Aragua. Los voceros del gobierno aseguran que solo son 54 casos en la entidad, pero en cualquier esquina se escuchan testimonios de personas que la padecen o la han sufrido. No todos saben qué tienen ni qué lo transmite. Hasta ahora la ministra de Salud ha reconocido 3 muertes por el mal, pero existe alerta por 9 que no se ha determinado aún su causa

MAOLIS CASTRO / Siete Días - El Nacional
macastro@el-nacional.com
MARACAY 21 de septiembre 2014 - 12:01 am


En el Hospital Central de Maracay pacientes, médicos y obreros adoptaron una extraña postura al caminar. Están encorvados, mueven con rigidez las piernas y brazos, ni siquiera abren los puños para saludar. Sienten, desde hace semanas, que las articulaciones son engranajes oxidados y que no encuentran solución a su mal: el chikungunya.

El virus, cuyo nombre procede de la etnia makonde (localizada entre Tanzania y Mozambique) y significa “aquel que se encorva”, ingresó en junio por primera vez al país proveniente de República Dominicana y Haití. Sus síntomas —fiebre elevada, dolores articulares y salpullido— se han vuelto un tema de conversación común en el estado Aragua y se han expandido entre jugadores de fútbol, trabajadores del cementerio, médicos, niños, ancianos, en casi cualquier rincón de la región. El estado del centro del país tiene el mayor número de casos confirmados, según voceros del Ministerio de Salud.

El último reporte fue ofrecido por Luis López, presidente de la Corporación de Salud de Aragua, hace dos semanas: 54 en la entidad.

Pero los testimonios recogidos en cualquier esquina sobrepasan esta cifra oficial. “A mi hija le dio, pero se lo curé con fresas tres veces al día y sopa de pata de gallina; en tres días se le quitó. Mi cuñada, Yolasamy Herrera, también estuvo mal con la chikungunya. Como no se encontraba acetaminofén en Maracay, tomó loratadine cuando se le brotó la piel porque pensaba que era una alergia y se puso morada. Tengo 12 amigos que tuvieron ese virus”, contó René Carvajal, vendedor informal del cementerio metropolitano.

Henry Hernández, amigo de Carvajal, aprieta un envase de insecticida mientras escucha el relato. Él tiene su propio episodio: “Me duró un día, pero a toda mi familia le ha dado. Nosotros vivimos en una montonera y tenemos dos casas, una encima de la otra, estamos hablando de 14 personas, pues. Lo que pasa es que no se fumiga, eso es raro”.

Los mosquitos Aedes aegypti y Aedes albopic son los principales transmisores del virus. En Venezuela se encuentran distribuidos en todo el territorio.

Ambos son también transmisores del dengue: un padecimiento nuevo se solapa con otro viejo y conocido, que tampoco ha sido controlado.

Fiebre demoledora. En Turmero, capital del municipio Mariño, el virus llegó para traer duelo. Un tramo de la calle Ayacucho del barrio 19 de Abril fue cerrado el miércoles en la mañana con conos color naranja. Allí velaban a Marielvis Gil, de 2 años de edad, en la casa número 27. La niña murió luego de sufrir una súbita fiebre, salpullido y dolores en las articulaciones.

“Ella me dijo un día antes de fallecer: ‘Mami, me duelen mucho mis rodillas’. Pensé que no era grave, después le empezó a subir la fiebre: 38, 39, 40 y 41 grados. Nunca le bajó; murió en pocas horas. En el acta de defunción pusieron que le dio un edema cerebral, pero ella estaba sana. Hace poco vinieron a verme dos epidemiólogas del Ministerio de Salud para decirme que me darán los resultados de la muerte en un mes, pero creo que mi hija pudo morir por culpa de eso que está dando”, contó Yanireth Carmona, mamá de la niña.

“Eso que está dando” no es una enfermedad considerada letal. La muerte es atípica en los casos de chikungunya, según expertos. Sin embargo, ocurren, y el porcentaje de fallecidos varía entre 0,5% y 1,5% de la totalidad de afectados por el virus. “La letalidad es mínima, pero eso no significa que las muertes sean inexistentes y que, en casos de una gran epidemia, dejen de ser notorias”, afirmó Julio Castro, médico infectólogo del Hospital Vargas de Caracas.

En el Hospital Central de Maracay han ocurrido 9 de las 11 muertes por fiebre hemorrágica desde el 30 de agosto. Los síntomas generalmente comienzan con altas temperaturas corporales, dolores musculares, luego hay vómitos con sangre, la piel se llena de manchas parecidas a quemaduras y puede suceder la muerte. El cuadro, por lo general, evoluciona en menos de 72 horas.

Ángel Sarmiento, presidente del Colegio Médico de Aragua, fue el primero en advertir sobre los fallecimientos por causas desconocidas. Las declaraciones disgustaron a Tareck el Aissami, gobernador de Aragua, que el 12 de septiembre indicó que las causas de las muertes fueron distintas: leucemia y diabetes, entre otras.

Dos días después de las palabras de El Aissami se registró otro caso de fiebre hemorrágica en el centro de salud maracayero. Franklin Fossi murió el domingo 14 en la mañana, con los mismos síntomas descritos por Sarmiento.

“Llegó al hospital el martes. Tenía fiebre, pero estaba caminando, hablando, hasta comió. Estuvo allí 6 horas y le dieron de alta a las 2:00 de la madrugada. Regresó a su casa y continuó con el cuadro. Empeoró. Volvió el jueves, a las 5:00 de la tarde, al Hospital Central de Maracay. Entró caminando con dificultad y hablando, pero luego le apareció la erupción en el cuerpo. Le pusieron antibióticos y tratamientos para una posible chikungunya. Él era un hombre sano, fuerte. Presumimos que se contaminó en el hospital, porque allí fue donde se agravó y apareció la erupción”, dijo Yuly Fossi, hermana del fallecido.

Para respaldar su versión muestra un examen de laboratorio hecho cinco días antes de morir. “Él no estaba mal en ese momento, no tenía una enfermedad crónica”, agregó. El presidente de Corposalud Aragua aseguró el lunes en un programa de Victoria FM 103.9, una emisora de radio de la región, que Fossi murió por otras causas, ajenas a la fiebre hemorrágica.

La falta de información oficial y las amenazas a quienes declaren sobre los casos contribuye a que cada quien se anime con su propia versión. Luis Gil, vecino de Santa Rita y familiar de la niña Marielvis, tiene una particular teoría: “Eso debe ser algo en el ambiente, porque no me vas a decir que un zancudo va a picar a alguien y después a otro gentío y los va a contaminar. Por mi casa todos están así, con fiebre y caminando engarrotados. A mí me duró poquito, ni siquiera fui al médico”.

No es una percepción única. Aunque cuatro de los familiares y varios de los allegados de Gil fueron diagnosticados con chikungunya, algunos insisten en que el mal obedece a motivos desconocidos. “Desde hace tres días estoy con los dolores. Fui al médico y me dijeron que tomara acetaminofén. Lo doloroso es que la gente se está muriendo y nadie dice nada. Yo no sé si nos estamos muriendo por la picada del zancudo o por algo distinto, en el ambiente”, dijo Marvy Castillo, tía de la niña.

Edgar Capriles, expresidente de la Corporación de Salud de Aragua, no descarta que las muertes registradas obedezcan a la chikungunya: “En medicina es necesario evaluar el contexto en que empieza la crisis de los pacientes fallecidos. El dengue es una fiebre hemorrágica, la leptopirosis puede ser hemorrágica y también la chikungunya. Hay que ver qué la está produciendo”.

“Nos botan”. Mientras sepultaban a la niña en el Cementerio Metropolitano de Maracay, la ministra de Salud, Nancy Pérez, ofrecía las cifras de la incidencia: 398 casos confirmados de chikungunya en el país, otros 1.239 sospechosos y 3 muertes. Pero en el ambulatorio médico del 19 de Abril —sitio en el que intentaron reanimar a Gil— la fiebre alta, los dolores en las articulaciones y el salpullido es un asunto cotidiano por estos días. La recomendación generalizada: hacerse una serología para descartar el virus y tomar acetaminofén.

Las cifras de chikungunya no son especificadas en los boletines epidemiológicos del Ministerio de Salud, aunque los expertos aseguran que podrían estar en el renglón de “fiebre” que supera los 100.000 casos en lo que va de año, más de 70% de los esperados. No clasifica entre las 76 enfermedades de notificación obligatoria como, por ejemplo, el cólera, el dengue, la amibiasis, el sarampión, el síndrome de rubéola congénita, la bronquitis aguda, la rabia animal y la fiebre del Nilo. El reporte solo queda en manos de los voceros oficiales.

En el Hospital Central de Maracay, los ambulatorios, las funerarias y los cementerios tienen miedo a dar declaraciones a la prensa. “Yo trabajo desde hace 26 años en este sitio y tengo una familia. No sé nada, no estoy autorizado para hablar, todo está normal. No vaya a poner mi nombre”, dijo un trabajador de la funeraria en la que velaron a Fossi. Los médicos también piden discreción al momento de la divulgación de informaciones: “No ponga que trabajo aquí, nos botan”.

Los documentos sobre los casos de muertes por fiebre hemorrágica, cuyo origen no ha sido divulgado, también son silenciados. Después de desmentir imágenes que circularon en Internet de supuestos pacientes con lesiones en la piel y exhortar a abrir una investigación penal y otra en la Asamblea Nacional en contra de Sarmiento, El Aissami dijo el 12 de septiembre en declaraciones a medios audiovisuales: “Hemos solicitado en conversaciones con la fiscal general de la República el resguardo judicial de estas historias médicas y, además, que se sume a la investigación la Dirección de Investigación Criminal y de Medicina Forense del Ministerio Público”.

El presidente Nicolás Maduro señaló el jueves, en cadena nacional, que el gobierno abrió una línea de investigación por el caso: “Tenemos serias sospechas de que la derecha pretendía meter algún tipo de virus, una guerra bacteriológica que se ha hecho en el mundo contra otros países, meterlo en el hospital de Maracay o quién sabe dónde. Ya tenían la campaña preparada, los videos, quién iba a declarar, dónde iban a declarar, pero la campaña se les cayó en el vacío, se les cayó en el vacío. ¡Gracias a Dios!”.

¿Acetaminofén? Las últimas horas de Fossi fueron de angustia para sus familiares. “No había para hacerle pruebas, medicamentos ni terapia intensiva en el hospital. Tuvimos que hacerle los exámenes en un centro privado, luego acudir a las redes sociales para pedir los remedios. En cuanto a la inhabilitación de la unidad de terapia intensiva de adultos no pudimos hacer nada porque nos dijeron que estaba en remodelación. Después se callaron el verdadero motivo de la muerte de mi hermano. Cuando estaba vivo nunca se atrevieron a dar un diagnóstico y después de que murió dijeron que fue por una supuesta insuficiencia respiratoria”, contó Yuly Fossi.

Las filas en los laboratorios, farmacias y centros de salud son largas en Maracay. “Muchos no podemos tomar acetaminofén, tampoco nos pueden hacer exámenes de laboratorio porque faltan reactivos. Nos dicen en los ambulatorios que sospechan de chikungunya”, dice Miriam Castro, vecina de Turmero.

En el área de pediatría del Hospital Central de Maracay se buscaba el martes un tubo de ensayo para practicar una prueba de laboratorio. Lo hacía un médico que estaba enfermo de chikungunya. “¿Estás de moda?”, le preguntó una doctora refiriéndose a la enfermedad, para después darle otra mala noticia. “No hay tubos, tienes que ver si corres con suerte en otro lugar”.

En la emergencia de niños todas las camas están ocupadas. No hay mosquiteros y los pacientes, en muchos casos, están semidesnudos. Casi la mitad está recluida por enfermedades transmitidas por zancudos, confirman los médicos.

Los pasillos son un ir y venir de obreros que están remodelando la institución en medio de esta avalancha de encorvados. Desde las ventanas se observan las montañas que rodean el valle aragüeño y se escucha el zumbido de los mosquitos.

Vectores para una epidemia

1 La falta de preparación del personal médico, de la población y de los servicios de salud ante el ingreso de la chikungunya en el país influyó en el aumento exponencial de casos, según Carlos Walter, ex ministro de Salud.

“Ya la OPS y OMS habían advertido a las naciones latinoamericanas sobre la expansión del virus por el Caribe. Había que tomar medidas de control desde ese momento y colocar vigilancia en el orden de los viajeros. Tuvo que proporcionarse manuales completos a los médicos, incluso relacionados con chikungunya atípica, porque la enfermedad tiene diversos tipos clínicos”. En República Dominicana se suministraron guías en que se explicaba el comportamiento atípico de la chikungunya, que puede ocurrir en 0,3% de los casos: complicaciones neurológicas, dermatológicas (úlceras en la piel) y hemorrágicas.

2 Ante el ingreso de los primeros casos importados de chikungunya en el país debieron tomarse medidas de control sanitario para evitar el contagio de otras personas. Es necesario hacer seguimiento de los casos, su entorno y tomar previsiones para evitar los brotes.

3 El ocultamiento de la información contribuye con la expansión de una epidemia. “Si no reconozco que existe una epidemia, no puedo actuar. La transparencia es importante en estas situaciones. También se deben ejecutar líneas para detener la propagación en la medida posible del virus”, indicó Walter.

Inteligencia epidemiológica, en Colombia

Una búsqueda elemental en Google arroja el documento completo del Plan Nacional de Respuesta Frente a la Introducción del Virus Chikungunya en Colombia. Cualquiera, en cualquier lugar del mundo, puede saber cuáles son las instituciones encargadas de la prevención y control del virus; el plan de comunicación, el riesgo de propagación. El primer caso se detectó el 22 de julio y en agosto ya estaba difundido este archivo. El 12 de este mes el ministro de Salud informó que se han detectado más de 1.000 contagios, estimó que 600.000 más pueden adquirirlo y por los menos 250.000 necesitarán atención médica. El diagnóstico ya está hecho.

En Venezuela se detectó el primer caso el 6 de junio. El 17 de septiembre, Nancy Pérez, ministra de salud, admitió tres fallecidos por el virus —de los 12 reportados los últimos días— e informó que había 398 casos de la fiebre y 1.239 son sospechosos. Tres meses después del primer caso la ministra anunció que iban a diseñar una estrategia para atender la epidemia que se ha propagado velozmente. “Lo importante de ahorita es que en este momento no hay ningún virus extraño. Hoy. Estamos hablando de hoy. En el momento en que aparezca alguna enfermedad que por supuesto tenga que saberlo el pueblo, todo, todo se lo vamos a informar porque no es una política de Estado ocultar, sino alertarlo”, declaró.

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